domingo, 11 de julio de 2010

Final Histórica

1970, yo tenía 10 años, estaba de vacaciones en el campo de mi abuelo. Allí disfruté la final Brasil-Italia, el Brasil de Pelé, Tostao y Rivelino. Es el primer recuerdo que tengo de un mundial. Después vino el del 74, allí empezó mi enamoramiento con el fútbol holandés. Y, por supuesto, con Johan Cruyff y de ahí viene que sea culé. Desde entonces, en los mundiales me ha pasado algo curioso, empezaba defendiendo a España, hasta que se extinguía y pasaba a apreciar a aquellos que consideraba que hacían un fútbol más atractivo. Así en el 82 admiré a la Argentina de Maradona hasta que me maravilló la Italia de Rossi. En el 86 fui uno de los que se estuvo con Maradona, aunque en la primera fase renegué algo del mundial, cosa que a partir de entonces no hice ya más. Ahora, por fin España está en la final. Es una España contradictoria, fuera la guerra de banderas se une a la controversia del Estatut. Contradictoria porque es la España más culé. La base de la selección es el Barça, el Barça, más español. Los clubes que presumen de “españolismo” no tienen tantos jugadores con DNI español. Más contradicciones. Ahora nos enfrentamos a Holanda, una Holanda que aunque se parece a si misma no es más hija de la Holanda de Cruyff que la España actual. El propio Cruyff reconoce el fútbol de posesión de la “roja” más suyo que el de su país natal. Todos los jugadores son importantes, varios Messis decía Löw. Pero España tiene un corazón, que en realidad es un cerebro. Un dispositivo sobre el que gravita todo lo demás Xavi- Iniesta. Todo es posible. Y tiene una base, el Barça, La holanda de Cruyff tenía de base el Ajax, tampoco es tan raro. Han pasado 40 años, ahora disfruto cada partido de la selección. Procuraré disfrutar la final, y sólo pido que me ayuden a ello los jugadores no sólo con su maravilloso tiki-taka, sino con goles, para que el disfrute sea completo. Han pasado 40 años, quien lo diría, supongo que los jóvenes no se dan cuenta de lo histórica que es esta final. Hay quien resta importancia al fútbol anteponiendo cuestiones económicas y políticas, es posible que tengan razón. Pero no podemos elegir esos momentos. El fútbol es sensaciones y a veces felicidad, por eso no podemos despreciar estos momentos. Esta tarde me sentaré ante la televisión, sin distracciones económicas ni políticas, sabiendo que viviré momentos igual de maravillosos, pero nunca tan trascendentes, deportivamente hablando, como nuestra primera final.